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Mosén Domingo Agudo, un antepasado ilustre

  • Publicado el 9 de septiembre de 2019
Mosén Domingo Agudo, un antepasado ilustre

Todos somos una consecuencia de la historia que nos precede. En mi caso, la música ha sido una herencia en la genética familiar. Digo esto, porque mis padres estuvieron siempre vinculados a la música y si me remonto a tiempos pasados puedo llegar hasta mi bisabuelo materno.

En este escrito, me voy a centrar en la persona más insigne que hemos tenido en nuestra familia; me refiero a D. Domingo Agudo Cebrián  o Mosén Domingo, como él quería que le llamasen.

Mi tío abuelo D. Domingo me ha acompañado en todos los momentos relacionados con la música. Sin yo conocerlo, lo he sentido cercano a través de mi madre, mis tías, mi familia y de todas las personas que tuvieron la suerte de vivir cerca de él. 
La personalidad, valía intelectual, humanidad y legado artístico ha hecho que 70 años después de su fallecimiento siga vivo  en los corazones de muchas personas que, aún sin conocerlo, han vivido la transmisión oral en sus familias. 

Mosén Domingo Agudo Cebrián nació en Paniza en 1894 y, con motivo de la celebración del 500 aniversario del Santuario de la Virgen del Águila, se está preparando un CD con toda la música que D. Domingo Agudo dedicó a su pueblo y a su Virgen. La iniciativa surgió de la coral de Paniza y de su director—mi primo Jesús Juste—. 
Este verano, recibí una llamada de mi primo, para comunicarme que  iban a recopilar en un CD, toda la música que el tío Domingo había dedicado a la Virgen del Águila y que habían pensado en mí para tocar el órgano. Me emocionó mucho poder interpretar la música de mi tío Domingo y tenerla guardada en un disco como documento histórico, puesto que es la primera vez que se hace. Hay que decir que el legado de D. Domingo Agudo no está registrado ni hay biografía ni estudios profundos sobre su obra. 
Yo siempre he pensado en el refrán de nadie es profeta en su tierra, pero confieso que cuando me acerqué a Paniza y vi que toda la música que Mosén Domingo escribió—La misa dedicada a la Virgen del Águila (1925) y una Novena con seis cánticos— estaba viva en las voces de los paniceros que la habían cantado año tras año, desde que la compusiera, me produjo una emoción y una alegría especial.

Tengo que decir que gracias a la coral y a mi primo Jesús, vamos a poder disfrutar de parte del legado que Mosén Domingo Agudo dejó.

En la familia siempre lo hemos tenido presente, pero a nivel musical, sólo hemos interpretado el famoso villancico de "Durmiendo al Niño”—también llamado en algunas fuentes “El Niño dormido” o “Duérmete, niño Hermoso”. Villancico que ha pasado a mí, por transmisión oral de mi madre —Carmen Abad Agudo— y que humildemente, hace años,  hice una transcripción para voces blancas— su concepción original—. Supongo que se les compondría a sus niños de la Parroquia de Altabás. En la academia, lo hemos cantado en numerosas ocasiones en los conciertos de Navidad. Hago esta introducción porque otro tipo de repertorio que tiene compuesto, como  el dedicado a la Virgen del Águila, es natural que se haya interpretado en las solemnidades de Paniza.

La figura de Mosén Domingo Agudo está presente en muchos sectores de la sociedad aragonesa, pero para los que no lo conozcan, quiero hacer un breve resumen de su biografía.

D. Domingo Agudo Cebrián nació en Paniza en 1894 y falleció en Zaragoza en 1949. Fue un sacerdote aragonés muy adelantado a su tiempo; Era doctor en Teología y licenciado en Filosofía y Letras, profesor del Seminario de Zaragoza, coadjutor de la Parroquia de Altabás, periodista, músico, escritor de teatro, poeta, latinista y junto a todo esto, una gran autoridad en Psicología Experimental. Como bien he visto escrito en más de un artículo dedicado a su figura, hacía honor a su apellido “Agudo”.

Lo más curioso es que con semejante currículum, él fue una persona sencilla, humilde, cercana, entregada… Muestra de ello es la impresionante manifestación de duelo que se le rindió el 24 de mayo de 1949.

En este pequeño artículo, sólo pretendo hacer un avance de las diferentes publicaciones que haré sobre la figura de Mosén Domingo Agudo.

El cariño que sus coetáneos le profesaban hizo que se le dedicaran dos calles; una en su pueblo natal—Paniza— y otra en el —Arrabal de Zaragoza— su barrio de acogida, ya que cuando falleció estaba de coadjutor en la parroquia de Altabás en dicha zona.

Lo importante es que se siga manteniendo viva su música y su legado artístico e intelectual. Es tarea de todos—empezando por una servidora—recopilar, activar la investigación—que se ha visto parada varias veces— y hacer que no se pierda un patrimonio que es de los aragoneses.

Por mi parte decir que, como sobrina nieta y músico que soy, es mi deber que así sea.

En este artículo no puedo evitar acordarme de mi madre. Ella vivió con él sus últimos años. Me transmitió esa presencia humana que tenía. Aún recuerdo una visita, que hice con ella, al Heraldo de Aragón. Estuve en los despachos que “Augustus”—seudónimo que utilizaba mi tío Domingo en sus columnas dominicales— empleaba para escribir. Su estilo era sobrio pero denso de contenido.

Era niña, pero recuerdo que pensé. ¡Qué pena, no haberte conocido!

Begoña Andiano